Ayer recibí a través de Facebook una felicitación navideña de una (buena) exalumna. Hace un par de años, sin haber reflexionado bien si era adecuado o no aceptar como contactos a alumnos en esta red social, lo hice. Por aquél entonces me planteaba tener muchos "amigos" -de Facebook, se entiende-; cuantos más, mejor. Quería ampliar al máximo mi red y no solía poner restricciones a la hora de aceptar a gente. Este hecho, unido a que ese fue un buen grupo y disfruté muchísimo en aquellas clases de Metodología de la Intervención social, hizo que aceptara a varios de los chicos y chicas del grupo.
Pero mi perspectiva hacia Facebook ha cambiado: ahora ya no considero que tenga que ampliar al máximo la red. Facebook me interesa para mantener un contacto, aunque sea mínimo, con amigos (esta vez sin comillas). Hay gente con la que no suelo hablar, y que tal vez puedan no estar en mi agenda de contactos, pero son sin duda mis amigos; tengo su contacto en Facebook y ello me permite poder tenerlos cerca, a un sólo click. En definitiva, en Facebook sólo amigos.
Sin embargo, pienso que de cara a la labor docente y profesional, un profesor debe ampliar al máximo su PLN. Pero lo que me parece un error es usar Facebook como catalizador de tu red. Se que hay docentes que hacen un uso académico de Facebook, y con resultados realmente positivos.
Para contactos en el plano profesional (no sólo alumnos o exalumnos, también compañeros) les reservo Linkedin, una red social en la que, en principio no debería aparecer en fotografías con mis hijas haciendo la paella de los domingos. En ella trato de estar en contacto con la realidad de la docencia en la actualidad, y con profesionales de la intervención sociocomunitaria (mi especialidad). Ahí, los exalumnos tienen un espacio reservado para ellos.
Imagen de cabecera: Alícia via photopin cc
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