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martes, 10 de diciembre de 2013

140 caracteres no son muchos

El amor en los tiempos de los 140 caracteres 3
El otro día escuchaba a José Antonio Marina decir que existe el riesgo de que los más jóvenes cada vez lean menos.  Decía que con la irrupción de las nuevas tecnologías (y en especial de la expansión de redes de microblogging como twitter), corremos el riesgo de perder el hábito de leer textos extensos.

No soy amigo de los mensajes apocalípticos; nunca me gustaron los comentarios agoreros de lo malísimas que las tecnologías pueden llegar a ser para la sociedad. Pero, sin caer en un pesimismo maniqueo, el profesor Marina tiene razón: he visto quien, ante textos poco más extensos que este post, rechazaba su lectura por ser "demasiado largo" (igual tú mismo ya no has llegado a leer esto). Es cierto, pues, que las TIC pueden estar modificando nuestros hábitos de lectura. No es que twitter sea una herramienta endemoniada enemiga de la educación de los jóvenes, no. De hecho hay numerosos ejemplos del uso didáctico de esta red social. El caso es que haciéndose un mal uso de esta red social, se pueden ver afectadas competencias básicas como es el caso de la comunicación lingüística. Y no es sólo twitter. La inmediatez de las redes y el lenguaje urgente también contribuyen a dificultar la lectura comprensiva en nuestros alumnos.
En varias ocasiones he hablado en este blog de Diigo (como por ejemplo aquí y aquí), una herramienta que me encanta por las posibilidades que ofrece para la docencia. Gracias a Diigo, podemos guardar en nuestra sesión nuestros favoritos. A la hora de consultar esos favoritos, no es siquiera necesario acceder a la página web que en su día almacenamos, ya que nos permite guardar la página destacando las frases más relevantes y añadiendo comentarios. Y como puedes acceder al perfil de Diigo de otras personas, tienes acceso al contenido de un montón de artículos sin ni siquiera leerlos. Me encanta esta función de Diigo, pero soy consciente de que contribuye a ese riesgo de que cada vez sea más difícil hace runa lectura pausada y comprensiva de un texto.
Asumiendo estos peligros, los docentes tenemos el reto de inculcar a los alumnos las bondades de la lectura comprensiva. Estamos obligados, por tanto, a fomentar la lectura entre nuestros alumnos y a enseñarles a hacer un uso inteligente de las redes.


Imagen de cabecera: Francisca Yáñez ilustradora via photopin cc

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