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martes, 18 de noviembre de 2014

La ventana de Johari en la identidad digital


Según se lee en la prensa local del pasado 5 de abril, un entrañable anciano paseaba por el centro de Berkeley, en Estados Unidos, cuando, al cruzar el paso de peatones de la confluencia de la calle Bancroft con la calle Sacramento, fue atropellado violentamente por un coche. Aunque tras el accidente, el hombre estaba consciente, falleció a las seis horas por las heridas producidas. Tan sólo un par de días antes había cumplido 98 años.
Rastreando la red en busca de información, encontré la noticia en varios medios de que el anciano entrañable atropellado era Joseph Luft, un reconocido psicólogo local. Aunque este suceso pasó totalmente desapercibido en los medios, este psicólogo ha sido importante para mi trabajo, y ahora os explico por qué.
Luft, junto a su compañero Harry Ingham diseñó en la década de los cincuenta del pasado siglo una conocida técnica para determinar el grado de comunicación interpersonal de las personas. La llamaron “la ventana de Johari” (a partir de las primeras letras de sus nombres) y en la actualidad es una socorrida técnica para los animadores socioculturales, que la usan para hacer consciente a los participantes en una dinámica concreta de su situación dentro de un grupo. En definitiva, la técnica se utiliza por profesionales para mostrar la interacción entre dos fuentes de emisión: una persona concreta y los demás. Conociendo esta interacción, se pretende mejorar la comunicación interpersonal.
Para desarrollar la técnica de Luft e Ingham, se ha de crear una tabla con cuatro celdas. Como se ve en el gráfico, en el eje horizontal se indican las características que la persona conoce o desconoce. En el eje vertical,  se indica lo que los demás saben o desconocen de la persona objetivo de la técnica. Las cuatro celdas contienen los siguientes datos:
  1. Área libre: incluye los datos conocidos por la persona y por los que le rodean. Es un área que se caracteriza por el intercambio libre y abierto de informaciones entre el yo y los demás. En ella, el comportamiento es público y accesible a todos.
  2. Área ciega: contiene informaciones que la persona desconoce sobre sí misma pero que son conocidas por los demás. Es lo que los otros saben sobre nosotros mismos y que no nos lo dicen.
  3. Área oculta: contiene informaciones que uno mismo sabe respecto de sí pero que lo oculta al resto. La persona teme que si hace públicas estas informaciones se pueda ver alterado su estatus en el grupo.
  4. Área desconocida: son los factores de nuestra personalidad de los que no somos conscientes y que también son desconocidos para los que nos rodean. Se trata de recursos aún por descubrir de los que no somos conscientes y que tampoco sospechan nuestros contactos.


Hasta aquí la descripción de la técnica que tantas veces he trabajado con mis alumnos de TASOC. Pero le daremos una vuelta a la ventana de Johari.
Hoy en día, gran parte de nuestras interrelaciones personales las realizamos a través de las redes sociales. Éstas nos facilitan la relación con nuestros contactos y aumentan las posibilidades de que crezca el tamaño de nuestra red personal. ¿Y si aplicamos la ventana de Johari para conocer nuestro comportamiento en internet? Aunque el pobre Joseph Luft y su compañero Harry Ingham no crearon su técnica para este objetivo específico, se me ocurre que resulta muy interesante usarla para analizar la identidad digital de una persona y sus interrelaciones en la red. Esta nueva “ventana digital de Johari” incluiría los siguientes datos: 
El área abierta contiene los datos que se comparten de forma pública y accesible a todos los contactos. Serían datos del tipo de la biografía de twitter o el perfil de Linkedin.
En el área ciega se recogen datos que la persona desconoce pero que sus contactos sí saben. En la red hay numerosos ejemplos de datos personales que pasan desapercibidos para los propios usuarios pero que sin embargo son conocidos por sus contactos. En numerosas ocasiones el usuario no es consciente del papel que está jugando en la red y si no recibe el feedback adecuado, seguirá sin saberlo.
Hay cuestiones de mi actividad que voluntariamente decido ocultar porque no me interesa que se sepa. Si accedo a escondidas a juegos online o visito webs que no deseo que se conozcan, dejaré un rastro que lo situaremos en el área oculta.
Y por último hay una parte desconocida de nuestra actividad en la red, que sería todo lo que tiene que ver con lo que aún no hemos publicado y los efectos que pueda ocasionar. Es un área aún por explorar dentro de la actividad de cada uno y que la ubicamos en el área desconocida.
La ventana de Johari sirve para tomar conciencia de quienes somos. Tal y como indican los técnicos que hacen uso de este esquema, el área libre va aumentando de tamaño en la medida en que crece el nivel de confianza entre el participante y su grupo; y también en la medida en que se comparten más informaciones (en especial las de carácter personal). Si aplicamos el esquema a la identidad digital de un individuo, ocurre exactamente lo mismo: encontramos que las informaciones contenidas en cada celda no son estáticas, sino que van moviéndose según evolucionan las personas en la red. En definitiva, cuanto más grande sea el área abierta (y por tanto más pequeñas se vayan haciendo las otras tres áreas), más transparentes seremos. Y la transparencia es un valor fundamental en la gestión de nuestra identidad digital.

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