Recientemente he comenzado a colaborar con Cáritas de Elche con el objeto de ayudar a implantar una plataforma de e-learning
en su página web, en la que poder ofrecer acciones formativas dirigidas tanto a trabajadores como a usuarios. El proyecto está resultando muy interesante y por diferentes motivos va a repercutir muy positivamente en la organización. Ha sido impulsado un equipo multidisciplinar formado básicamente por
el Coordinador General de la entidad,
el responsable de nuevas tecnologías, un informático y yo mismo que ofrezco mis conocimientos en la dirección de e-learning. En la actualidad nos encontramos desarrollando un prototipo de acción formativa, integrado en la plataforma. En una reunión que mantuvimos ayer mismo repasábamos el prototipo y todos coincidíamos en las excelencias pedagógicas que ofrece la plataforma recién instalada en la web, porque con ella se podrán cómodamente optimizar recursos y transmitir contenidos con facilidad. Pero antes de felicitarnos por las excelencias de la plataforma (o LMS, por las siglas de learning management system), tenemos que ser conscientes que su uso puede estar ya más que superado.
Porque si nos remitimos a
las tendencias conectivistas que conforman el actual paradigma dominante en pedagogía veremos que el conocimiento ya no se debería limitar a un traspaso de unos contenidos cerrados del docente al alumno. Las nuevas tendencias prefieren situar al docente en el papel de generar unas redes de aprendizaje facilitando el acceso a sus alumnos. Desde estas posiciones conectivistas, el alumno sería el encargado de gestionar tanto los contenidos como el proceso de una acción formativa determinada (en la línea de
cuadrante suroeste de Coomey y Stephenson).
Es por ello que hay quien prefiere hablar de EVA (entorno virtual de aprendizaje) en lugar de LMS. Hay quien considera ambos términos como sinónimos, pero cada vez más docentes y autores interpretan que un LMS es una plataforma cerrada en la que alojar acciones formativas, mientras que el término EVA hace referencia a un entorno generado (o mejor dicho, facilitado) por el docente, que permite al alumno moverse como pez en el agua y acceder a su ritmo a los contenidos.
Según estos argumentos, va a ser mucho más práctico para los docentes el uso en sus acciones formativas de un EVA que de un LMS, por cuanto este último encorseta el conocimiento que se transmite y limita las opciones del docente al uso de las herramientas que la plataforma ofrezca. Si el docente genera un EVA valiéndose de las numerosas herramientas que ofrece la red (vídeos, foros, cuestionarios, chats, etc.), conseguirá una mayor libertad creativa y le permitirá el diseño de acciones formativas de e-learning genuinas y versátiles. Haciendo referencia al refrán que cita Albert Sangrà
en este interesante artículo, “si sólo tienes un martillo, todo te parecerá un clavo”. Un LMS obliga al docente al uso de sus recursos y en cierto modo le limita. Un EVA, en cambio, abre un mundo de posibilidades y permite mucha más creatividad.
Sin embargo, ¿cómo justificamos el uso de un LMS en nuestro proyecto de e-learning de Cáritas Elche? En primer lugar, debemos ser conscientes de que los destinatarios a los que se van a dirigir los cursos que ofrece la organización, carecen en muchos casos de las competencias digitales deseables para el correcto desarrollo de acciones formativas conectivistas. Resultaría un problema añadido para los destinatarios de los cursos pedir que sean ellos mismos quienes dirijan el proceso. Además, vamos a utilizar Moodle, que es una plataforma de código abierto, muy utilizada en múltiples instituciones educativas, y que destaca por su versatilidad. Por todo ello, creemos que Moodle va a contribuir a facilitar el proceso formativo de los destinatarios a los que se ofrecerán los cursos de Cáritas Elche.
Ojalá en un futuro (espero que cercano), los EVA puedan sustituir los LMS. Ojalá muy pronto sean los docentes los que seleccionen libremente las herramientas que más le puedan ayudar en los procesos de enseñanza y aprendizaje y construyan con ellas cada una de las acciones formativas. Pero no olvidemos que las TIC han de ser sólo una herramienta puesta al servicio del proceso (y no empecinarnos en su uso sin considerar los factores que condicionan dicho proceso). Por eso, mientras llega el momento de construir cursos en entornos virtuales de aprendizaje lo más abiertos posible, en ocasiones nos debemos apoyar en LMS concretos. Eso sí: a la hora de programar un curso, aún en una plataforma concreta, no debemos apartar de nuestra cabeza la idea de que hay que dotar al alumno de las herramientas para que su aprendizaje sea lo más autónomo posible. Y esta es la idea hacia la que debe tender cualquier acción formativa.
Imagen de cabecera: “Early Surgical Tools” de Mary Magret CC BY