Después de ver el corto, me fui a la cocina a prepararme algo de cena. Ayer domingo tocaba hacer unas tostadas, y cuando cortaba unas rebanadas de pan, se me escapó el cuchillo y me corté dos dedos (de hecho este post lo estoy escribiendo con dos dedos menos).
-¡Ay, ay, ay!- gritaba, mientras no dejaban de sangrar mis dedos.
De inmediato, Mamen me tumbó en el sofá y empezó a curarme. Mientras, con el brazo alargado y los ojos cerrados pensaba en que, a pesar del cariño con el que me curaba, Mamen no tiene ni idea de las nociones básicas para hacer primeras curas. Y pensé en el corto. Me dije que tal vez dentro de doscientos años, simplemente ejecutando una aplicación podría saber qué cantidad de yodo aplicar en cada caso, cuánto alcohol poner, y el lugar correcto donde echarlo. Pensé que eso sería una buena idea.
-¡Ay, ay, ay!- seguía quejándome.
Y, dolorido, pensé en George Siemens (¡qué mejor momento para pensar en él!) y en aquello que dijo de que una de las ideas principales del conectivismo es que el conocimiento no necesariamente reside dentro de las personas, que puede residir fuera. Lo importante para el conectivismo no es tanto que el alumno aprenda de memoria los contenidos, sino que conozca y tenga acceso a las redes necesarias para acceder, en caso de necesitarlos, a esos contenidos.