Las actuales tabletas son el fruto del
perfeccionamiento de un producto que ha ido
evolucionando durante años e incluso décadas. El 2010 fue el año de su
explosión comercial, sobre todo gracias a la presentación del iPad de Apple y
de la GalaxyTab de Samsung.
En poco más de cinco años, el uso de tabletas
se ha generalizado de forma extraordinaria. Es
principalmente en el ámbito personal donde más éxito han tenido. Un
informe de 2013 elaborado por la UNIR indica que los usuarios suelen usar
sus tablets por la tarde en el sillón y por la noche en la cama. Además, los
más jóvenes la usan también en el baño. En aquella encuesta, cerca de un 60% de
los usuarios reconocen hacer un uso de la tableta por motivos personales,
frente al 37% que lo usa en el ámbito laboral.
Cinco años no es mucho, y todavía queda
un amplio recorrido para saber cómo se consolidan las tabletas en nuestras vidas.
Parece evidente que en el terreno del ocio es donde se ha implantado con mayor
rapidez. En el ámbito docente, sin embargo, está costando más. No obstante, ya
empiezan a verse interesantísimas experiencias de centros educativos que,
gracias a la tableta cambian su metodología y les ayuda a trabajar contenidos
de manera efectiva.
Las tabletas se nutren de aplicaciones.
Como se indica en la página de inicio de
eduapps.es, existen más de 80.000 aplicaciones educativas. Por lo tanto,
cualquier intento de abarcarlas todas parece absurdo. Existe una app para
cualquier tarea que desee realizar tanto el docente como el alumno. Por lo
tanto, a la hora de clasificar las app, más importante que conocerlas todas
(cosa que, con tanta oferta, ya vemos que resultará imposible), es seguir una
pauta para organizarlas. Determinando un criterio para clasificar las app,
tendremos claro qué hacer con ellas. Posteriormente, lo mismo dará que se use
una u otra app para tomar notas, crear cuestionarios o buscar información. Lo
importante es la acción que deseamos hacer y no la herramienta.
Es habitual encontrar clasificaciones de
app educativas a partir de las materias para las que sirven. Aquí,
por ejemplo, puedes ver una interesante clasificación creada por el centro
Sagrada Familia de Elda, que lleva varios años utilizando iPads en sus aulas
con bastante acierto. Pero es posible que la materia que desees trabajar no se
encuentre en las clasificaciones más habituales. Además, por su propia
filosofía, una misma app va a poder utilizarse para practicar diferentes
materias. Para solventar este problema, una buena manera de clasificar las
aplicaciones es a partir de los seis niveles de la Taxonomía de Bloom.
Benjamin Bloom fue un psicólogo dela
educación estadounidense que destacó por clasificar en niveles los diferentes
objetivos que se pueden alcanzar en el proceso educativo. Se estructuran de
menos a más complejos y se recomienda ir de lo más general a lo más concreto,
siguiendo esta jerarquía. Para avanzar en el aprendizaje deberemos partir de
los primeros niveles y avanzar hacia los superiores. La taxonomía original (de
1956), organizó los objetivos en seis categorías enunciadas con los siguientes
sustantivos.
- Conocimiento.
- Comprensión.
- Aplicación.
- Análisis.
- Síntesis.
- Evaluación.
En 2001, un grupo de discípulos de Bloom
revisaron la taxonomía original, variaron mínimamente la organización y
cambiaron los sustantivos originales por verbos en infinitivo (ya que
actualmente consideramos que los objetivos de aprendizaje han de ser acciones,
y por eso en nuestras programaciones didácticas usamos infinitivos a la hora de
enunciarlos). La organización quedó así:
- Recordar.
- Comprender.
- Aplicar.
- Analizar.
- Evaluar.
- Crear.
No es lo mismo desarrollar un proceso de
enseñanza y aprendizaje con el mero objetivo de hacer recordar al alumno que pretender que, además, comprenda. Si consigue aplicar,
habrá adquirido mejor los contenidos. Y más complejo aún será si lo que
buscamos es que analice. Y más aún
si ha de evaluar. Y más, si ha de crear.
Como hemos visto, existen infinidad de aplicaciones
para el uso educativo de tabletas. Y, obviamente, existen aplicaciones para
realizar cualquiera de las acciones que propone la taxonomía de Bloom. Si
decidimos organizar las app en bloques siguiendo esta estructura vamos a
garantizar que seguimos un procso lógico y hacemos un uso adecuado de ellas.
Aprovechando la taxonomía de Bloom, vamos a aprovechar las TIC de manera
racional.